Lucía Rozenberg

 

Por Macarena Sucunza / EAAE

Rozenberg: “Las abogadas y los abogados del Estado deben diseñar estrategias jurídicas que contemplen la perspectiva de género”

La responsable de dictar la segunda capacitación impulsada por la EAAE denominada “Herramientas jurídicas para pensar y sentir con perspectiva de género”, dijo que que necesario problematizar realidades o situaciones que se han naturalizado y que si bien se la sociedad avanzó, todavía hay mucho por trabajar en materia de género y leyes. Destacó la participación como expositora de la ministra del Superior Camila Banfi, por su amplio conocimiento en la materia.


La abogada Lucía Rozenberg fue invitada por la Escuela de Abogadas y Abogados del Estado de la Provincia del Chubut a dictar la segunda capacitación gratuita del año, que tendrá lugar los viernes 20 y 27 de mayo en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), sede Trelew.

En este marco, la también profesora e investigadora graduada en la Universidad de Buenos Aires (UBA), respondió a diversas preguntas sobre un tema de indiscutible actualidad y la importancia de hablar y sentir con perspectiva de género, además de referirse a la actividad de la Escuela.

¿Qué reflexión hacés de tu paso por la Escuela a través de la capacitación que brindarás?

Me hizo mucha ilusión por varios motivos. En primer lugar, porque me permite formar parte, aunque sea en una pequeña medida, de un proceso histórico para la provincia, que es la puesta en valor de la capacitación profesional permanente de los abogados y las abogadas del Estado. Haber sido convocada a formar parte de ese proceso ya es un privilegio para mí.

En cuanto a las expectativas específicas del curso, la idea será habilitar un espacio de reflexión crítica sobre distintas temáticas vinculadas con los estudios de género, a partir de autoras y autores que a mi criterio son clave para su abordaje. Buscaré que, entre todos y todas, problematicemos algunas realidades o sistemas que hemos naturalizado, como son el sistema heterosexual, monogámico, binario, de sexo-género, la división sexual del trabajo y, en general, la violencia de género.

Además, el desafío es que toda persona que se inscribió en el curso, habiendo leído o no alguna vez sobre estos temas, se sienta invitada a pensar y habilitada para opinar. Precisamente, una de las cosas más lindas que tiene la temática es que seguimos equivocándonos y aprendiendo todos los días.

¿Por qué mencionaste en reiteradas oportunidades que no es solo pensar sino también «sentir» con perspectiva de género?

La idea de agregar el “sentir” al “pensar” funciona como disparador, para quebrar un poco el formato académico tradicional, donde la razón aparece como único método para entender la realidad y las emociones como un estorbo que la distorsiona. Ya hemos aprendido, trágicamente, que la razón también produce monstruos. Especialmente, cuando trabajamos conceptos como el cuerpo, la identidad, la sexualidad, el amor, el deseo, la violencia y los prejuicios y sobre las normas simbólicas y materiales que regulan nuestro comportamiento en todos esos planos, me parece que es necesario complementar esa razón con los sentimientos, porque de alguna manera, de eso están hechos esos conceptos. Son nuestro objeto de estudio.

No me interesa un aprendizaje cínico, donde alguien pueda aprender cómo comportarse socialmente respecto de estas temáticas y evitar ser señalado por ser políticamente incorrecto. Eso podría lograrse ejercitando únicamente el “pensar”. Me interesa, en cambio, que podamos ejercitar también la empatía, el reconocimiento y entendimiento auténtico del otro, sensibilizarnos frente a las violencias. Para eso, necesitamos también “sentir”.

En cuanto a la bibliografía, como decía antes, hay autoras y autores que considero clave para aproximarse a estas temáticas. Me refiero fundamentalmente a Judith Butler, Paul B. Preciado, Virginie Despentes, Silvia Federici y Brigitte Vasallo. Además, autores como Fabbri, Sángez y Vialey permitirán conocer un poco los debates locales sobre las masculinidades, aspecto que considero de sumo interés para los desafíos que se vienen.

¿Cómo fue trabajar el contenido de la capacitación con la doctora Camila Banfi? ¿Qué líneas trabajó cada una?

Trabajar el contenido del curso con Camila fue un verdadero placer. Ella es integrante del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Chubut, especialista en derecho penal y género, y conoce como nadie los aspectos jurídicos de los procesos penales por violencia contra las mujeres. Precisamente ese fue su aporte al curso: estudiar el derecho penal desde la perspectiva de género y reflexionar sobre el modo en que conviven en el ejercicio diario del sistema judicial.

En este sentido, su participación es una oportunidad única para quienes se inscribieron, porque podrán escuchar de primera mano cómo funcionan los procesos penales relacionados con la violencia de género y contra las mujeres, y entender los problemas y desafíos que presenta hoy la temática.

¿Considerás necesario capacitar a las abogadas y abogados del Estado en género?

Creo que es fundamental. Es una temática que en los últimos años cobró un vigor impresionante, gracias al impulso que el movimiento feminista local e internacional le viene dando. Hoy en día no hay prácticamente espacio de producción de conocimiento donde no se trabaje la temática, ya sea directa o indirectamente. El campo del derecho es definitivamente uno de esos espacios.

«Las y los abogadas y abogados del Estado deben estar suficientemente capacitados/as para diseñar estrategias jurídicas que contemplen la perspectiva de género»

Lucía Rozenberg

Por eso, las y los abogadas y abogados del Estado deben estar suficientemente capacitados/as para diseñar estrategias jurídicas que contemplen la perspectiva de género, a la vez que deben poder desenvolverse profesionalmente en un ámbito laboral que sea sensible a estas temáticas, evitando incurrir en cualquier tipo de violencia de género.

En materia de leyes y género: ¿Cuáles deben modificarse y cuáles falta impulsar?

Yo distinguiría tres tipos de desafíos. Por un lado, hay materias que aún no cuentan con una regulación legislativa; otras que, habiendo sido legisladas, presentan problemas de implementación y presupuesto y finalmente hay desafíos que tienen que ver con las condiciones materiales de existencia.

Respecto del primer grupo, está el tema de la subrogación de vientre, aspecto que quedó fuera del debate durante la reforma del Código Civil y Comercial de la Nación y que resulta de suma importancia para las personas no gestantes, por ejemplo, una pareja de varones cis. Estas parejas se ven claramente afectadas por una limitación de tipo biológica en su capacidad para ma-paternar, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo con las parejas heterosexuales o de mujeres cis.

También sería importante revisar la legislación laboral relativa al régimen de licencias por ma-paternidad, por ejemplo, para que los roles y distribución de tareas domésticas y de cuidado puedan ser determinados con más libertad al interior de las familias.

Además, sería interesante explorar los límites actuales en materia registral. Por ejemplo, el derecho a registrar una filiación de más de dos personas o de un matrimonio entre más de dos personas. Otra cuestión a indagar tiene que ver con los datos registrales necesarios para inscribir un nacimiento. Podríamos preguntarnos si es estrictamente necesario conocer el género del o de la niño/a recién nacido/o.

En cuanto al segundo grupo, hay temáticas que ya han logrado un reconocimiento legislativo pero cuesta implementar. En este punto, nos encontramos frecuentemente con causas judiciales contra obras sociales o empresas de medicina prepaga que se niegan a brindar las prestaciones que las leyes otorgan.

Me refiero, por ejemplo, a los tratamientos de transición de género (feminización/masculinización facial, vaginoplastias/faloplastias, suministro de estrógeno/testosterona, etcétera), a los métodos de reproducción asistida y a la interrupción voluntaria del embarazo. Existen razones económicas que impiden el acceso efectivo a estos derechos, pero también del orden de los prejuicios y la violencia estructural.

Además, observo con preocupación las dificultades en la implementación de la educación sexual integral en las escuelas, resistidas en muchas ocasiones por los mismos sectores que se opusieron a la ley de despenalización del aborto, impidiendo así (paradójicamente) prevenirlos.

Finalmente, creo que existe un último conjunto de desafíos que tienen que ver con las condiciones materiales de existencia de personas que, por motivos vinculados con su identidad de género, orientación sexual o tipos de vínculos sexo-afectivos que entablan, tienen menos oportunidades en el acceso a sus derechos.

Una persona trans de 40 años hoy es una sobreviviente de un sistema que durante casi toda su vida la excluyó y discriminó. Esa persona no se encuentra en iguales condiciones para acceder a un trabajo, una vivienda digna, educación, etcétera. Para esa persona, la ley de identidad de género (que este año cumple 10 años) no alcanza.

Del mismo modo, una persona gay que fue excluida de su hogar por su orientación sexual, también afrontará desafíos mayores que el resto para desenvolver su vida de manera plena. A su vez, hay que pensar en la interseccionalidad de la violencia de género que se da cuando a ese tipo de situaciones se agregan otras, vinculadas con otros tipos de violencias que se superponen con aquella (raciales, económicas, etcétera).

Estas son solo algunas de las cuestiones que yo observo ahora, pero seguramente haya muchísimas otras. En definitiva, queda muchísimo por hacer.


SOBRE LA ENTREVISTADA Se recibió de abogada en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de Magíster en Abogacía del Estado en la Escuela del Cuerpo de Abogados de la Procuración del Tesoro de la Nación. Es prosecretaria coadyuvante en el Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Además, es investigadora, docente, ha realizado diversas publicaciones y participó de distintas conferencias, charlas y jornadas.